"Durante cuatro meses y tres módulos, estuvimos viviendo un proceso que nos puso críticamente frente a muchos siglos de dominación, al tiempo que nos puso, críticamente también, frente a nuestras conductas dominadoras, inconscientes y naturalizadas. Así fue que contamos nuestras historias, nuestras prácticas, para, desde esa perspectiva, crear otras comprensiones de la libertad y la política y deconstruir pilares ancestrales generadores de sentidos comunes opresivos", agregó Esther Ávalos Educadora popular.
A propósito de un Diplomado de Educación Popular
Esther Ávalos
Educadora popular cubana.
Es un axioma muy conocido que ningún proceso de educación popular se parece al otro. Esto quedó ratificado en estos días intensísimos de darnos y recibirnos en este Diplomado que acaba de concluir como ejercicio académico, pero que a la vez abre nuevas puertas a los compromisos personales y comunitarios de cada participante.
La educación popular tiene la posibilidad de establecer un puente que nos lleva desde nuestras sensibilidades personales y dispersas, hasta nuestros sentidos políticos comunes organizados. Al Diplomado de Educación Popular llegamos con la sensibilidad de hacer algo por Santa Marta, para que Santa Marta siga siendo de su gente. Nos vamos con los sentidos políticos de deshacer los conceptos y métodos opresivos que impiden que Santa Marta sea un lugar mejor.
Durante cuatro meses y tres módulos, estuvimos viviendo un proceso que nos puso críticamente frente a muchos siglos de dominación, al tiempo que nos puso, críticamente también, frente a nuestras conductas dominadoras, inconscientes y naturalizadas. Así fue que contamos nuestras historias, nuestras prácticas, para, desde esa perspectiva, crear otras comprensiones de la libertad y la política y deconstruir pilares ancestrales generadores de sentidos comunes opresivos.
Reflexionamos en colectivo sobre nuestras visiones del mundo y sus concreciones cotidianas y reímos. Reímos porque aprender/aprehender liberadoramente implica ser alegres en el proceso. Implica debatir a gusto temas profundos que “nos mueven el piso” con los pies descalzos de la confianza, en un contexto grupal que todes hemos reconocido de cariño e integración total.
En estas jornadas aprendimos que unir el sentir y el pensar es la única posibilidad de que el lenguaje alcance su plenitud para decir la verdad. El lenguaje de nosotras y nosotros es sentipensante, por eso nuestra formación política implica formarnos para sentipensar revolucionariamente. Crecer entre todas y todos fue un acto de goces múltiples por lo que, ¡aquí estamos!, con los pechos llenos de emociones, desafíos y sueños. Seguir andando es una necesidad, ¡y aquí vamos!, dispuestos y dispuestas a rompernos el alma para sentipensar, con y desde el pueblo, los cambios que la casa necesita.